lunes, 2 de septiembre de 2013
¿Cuántas vidas necesitas para cazar al amor?
Ese era su juego preferido. Porque lo nuestro, solo era eso. Un desliz de una noche, una ola de tantas, algo que se acaba en un segundo. Con cada palabra, me daba una razón para abandonar, con cada gesto, hacía que me retractara. Aún recuerdo el tenue color rojo, que dejaba su carmín al besarme, el olor que dejaba después en mis manos, el como me gustaba cerrar los ojos e imaginar que seguía conmigo, ver como perfectamente se hacía hueco dentro de cada uno de mis pensamientos, y la hacía estar a mi lado, incluso cuando me dejaba. Porque no éramos más de lo que podíamos ser y dejábamos de ser, cuando no estábamos juntos. Éramos un sinfín de ideas juntas, formando historias que acabaría contando cuando no tuviera nada mejor que hacer, cuando el tiempo y yo, ya no fuéramos a la par, porque siempre me quedaba detrás, viéndola ir, como si me arrancaran en ese instante un peso de encima, y a la vez, me quitaban todo por lo que seguir de pie. Y yo solo me dejaba llevar, como si se hubiera detenido todo. Ese era nuestro juego favorito, pero ahora me he quedado sin vidas, para volver a jugar a que lo nuestro es amor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)