En el primer intento, se reía de mí.
Y no fue la típica risa tonta.
Eran carcajadas. Limpias. Sinceras. Anhelantes.
Tan suyas. Tan nuestras.
Al segundo intento, se escondió de mí.
Pero me miraba, por detrás de un cristal, tan opaco,
Como el marrón de sus ojos. Pero no podía compararlos
Ya que los cerraba cuando me giraba a verle.
Al tercer intento, ya no volví a verle.
Y le busqué, y no le encontré.
Entre mi corazón derecho, y el izquierdo.
Le hallé.
Y lo intenté, juró que lo intenté. Pero a base de vodka y humo, no pude olvidarle.
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