miércoles, 26 de marzo de 2014

Buscaba palabras entre las sábanas de un desconocido.

Hizo una montaña de arena con su cúmulo de pequeños problemas, así podía tragárselos todos del tirón y no dejar ninguno. Era una persona indecisa, no sabía qué le aportaba la felicidad y qué la tristeza, así que iba tanteando a ciegas. Explotando seis veces por minuto.

Un día la ves y al siguiente ya se había ido, con su maleta llena de sueños y algún que otro remordimiento, buscando de cama en cama alguien con suficientes lunares en la espalda, para contarlos durante toda la eternidad, y perderse entre lo caminos de piel en los que escribía cartas de agradecimiento. 

Se ataba a una farola y esperaba en la luz, bailando bajo la luna loca, a alguien que la recogiera y le hiciera el amor, y la hiciera olvidar, su montaña de problemas, que nunca supo digerir.

Porque era una transeúnte solitaria, en busca de alguien que explotara con ella.

sábado, 22 de marzo de 2014

"Altamente volátil" decía, pero yo la abracé y explotó.

"Ese día no supe si correr o explotar en el mismo sitio. Fue como un cúmulo de sentimientos, de esos que son altamente volátiles. Así que empecé a llorar. A soltar todo lo que tenía que decirte y no pude, desbordándo-me. Hay veces que mirar atrás nos hace daño, que de caernos tantas veces ya lo hacemos por pura monotonía. Repetía errores por pura diversión y no quería que tú, pudieras ver lo débil que era yo -cuando nadie me veía-.

Por las noches, solo podía pensar, y quizás eso fuera lo que más daño me hacía. ¿Por qué  las esperanzas, sabiendo que siempre se equivocan, usan una brújula desimantada? He decidido perderme, es ahora o nunca porque demasiado de ti hace que pierda lo poco que tengo de mí. Quizás lo más arriesgado no es quererte, sino vivir sin olvidarte, contigo pero sin ti. ¿Me entiendes? No es que dejara de quererte, es que tuve que dejar de hacerlo. Por ti y por mí. Quizás más por mí que por ti. Quizás es muy egoísta de mi parte, pero si nunca te tuve, al menos me queda tenerme a mí. Huiré por el tiempo, esperaré por las calles de la ciudad y tal vez, algún día te vea, y en vez de romperme, me reconstruya.

¿Sabes? Me hice adicta al amor descafeinado, más noches en vela pensando que noches amando."

Cuando dejó de escribir, cerró el sobre y echó la carta al buzón sin dirección para que algún día, cuando se pierda de nuevo entre su olor y su voz, recuerde esas noches tan amargas, sin azúcar en el café.

Así siguió adelante, con el corazón roto.

- ¿Te acuerdas de la primera vez que hicimos el amor? 
Él la miró. Había extrañeza en su mirada, como si pudiera ver a través de las miles de máscaras que ella tenía puestas, una encima de la otra. Podía percibir el leve temblor de su cuerpo, sus hormonas ir y venir, la adrenalina exhalándose por su boca, deslizándose por sus labios. En ese momento no la reconoció, con los sentimientos a flor de piel, y los recuerdos flotando en la tristeza.
- ¿Cuándo hemos hecho el amor nosotros?, respondió él. 
Y ella se rompió en doce pedazos. Uno, por cada mentira, dos, por cada promesa, tres, por cada día juntos, cuatro, por cada vez que su olor se había quedado en su ropa, cinco, por cada sonrisa sin razón, seis, por cada recuerdo, siete, por cada instante que se paró el mundo, ocho, por cada carcajada que se ha quedado en el aire, nueve, por cada vez que entró en su habitación, diez, por cada roce, once, por cada beso, doce, por cada tal vez que tal vez jamás ha existido.

"Y ahora tendré que salir a buscarme alguien que me arranque de cuajo la pena. De alguna manera tendré que olvidarte..."

Fragmentos que forman imágenes.

Nunca pude verlo porque me tapaba los ojos, con mis propias manos y jugaba a imaginar, que quizás me querías, que quizás me querrías. Nunca quise empezar de nuevo, borrar los recuerdos, las canciones que te recordaban, las palabras que te dibujaban en mí. Aprendí a vivir con los ojos cerrados, atada a una cuerda que terminaba en esperanza. Repitiéndome una y otra vez, las cosas que me rompían para hacerme a la idea, que eran fantasías. Dependiendo de unos brazos que me agarraban fuertemente y me decían que todo era una mentira. Y lo supe. Y lo supiste. Y lo supieron. Que todo lo que vivimos solo un fue un cuento que nunca acabé.‏