lunes, 6 de febrero de 2017

(EX)istencia.

Hace 20 años que dejé de existir. 
Que cuando mis palabras dejaron de tener sentido, apenas había aprendido a hablar. 
Que aprendí a levantarme antes de a caerme, porque sin saberlo, mis mecanismos de defensa ya me decían que vivir no sería fácil. 
Y se convirtió en una meta inalcanzable. Disfrutar cada segundo como si no te obstruyesen las arterias los sentimientos. 
Mis órganos estaban llenos de mí. Y yo estaba llena de olvido. Y me echaba de menos aún cuando ni me había conocido.
Apagué mis incendios quemándonos y los dejé ir. He sentido la necesidad de ser menos yo y ser más mi. De dejar de ser para, y ser mía. 
Oigo ruido donde antes había miradas. Hay desastres donde antes había calma. Sentimientos en los incendios. La libertad ya no lleva coronas, y se vende su propia miseria con cheques al portador. 
He perdido la esperanza y ahora se ha hecho realidad. Estamos vacíos de estar tan llenos. ¿Alguna vez has visto la belleza que dejan las cosas al apagarse?
Hace 20 años dejé de existir, y hace unos minutos que empecé a ser.


martes, 9 de agosto de 2016

Pequeños detalles.

Abre los ojos un día más incapaz de ver,
de sentir,
de vivir.
Promesas agolpadas en el suelo.
Sentimientos tirados,
amor purgado.
Todo está bien,
una canción se repite,
las lágrimas se evaporan
como un copo de nieve
en un desierto.
Las heridas se curan,
con cientos de tiritas,
con palabras vacías:
"tú vales más que esto".
Un espejo que no te representa,
una sonrisa tímida,
un cuerpo demacrado,
y un cerebro detenido.
Las heridas se curan,
y las cicatrices te recuerdan
que pase lo que pase,
el pasado siempre estará ahí.


viernes, 29 de enero de 2016

And should the sky be filled with fire and smoke.


Y de repente todo cambió. Las cosas ya no son lo mismo. El silencio dolía pero a la vez era reconfortable. Pensar dolía pero a la vez era un modo de enfrentarme a todos, como un caballero cuya armadura ya no brilla, y a nadie le importa. Ya no tengo nada que perder. Ya no tengo nada, ni esperanza, ni ganas.

Las cosas cambian, y lo se mejor que nadie. Mi vida dio muchas vueltas en un año, y al siguiente todo volvió a cambiar. Nunca he sido fija, siempre he sido intermitente. Nunca he pensado en alguien más de lo que tardé en cansarme de él. Nunca nadie me había dolido más de lo que había tardado en reemplazarlo. Pero las cosas cambian a un ritmo ensordecedor. La gente cambia. Las vidas más insólitas se cruzan en una calle abarrotada y acaban destinadas a destrozarse mutuamente.
Si alguien me pregunta, me arrepiento de muchas cosas y soy consciente de muchas otras. Aunque hay veces que me niego lo primero y no acepto lo segundo. Quizás es por eso que hay noches que dormir es un festival de pesadillas que vuelven a recordarme algo que siempre me he dicho: que no estoy hecha para ser feliz.
Quizás soy un imán de los sentimientos tristes, del tiempo que marchitaría a cualquiera y de las personas que te ven pero nunca agradecen la felicidad que intentaste brindarles.
No sé cuántas vueltas dará la vida este año. Si por mi fuera, viviría intermitente entre septiembre del 2014 y septiembre de 2015. Y mi vida sería una noria, que solo para en ese tiempo.
Pero el tiempo ya me ha dicho que eso no puede ser, y que me joda recordándote cada noche antes de arrepentirme de todos los errores que cometimos.



I hate you
I love you
I hate that I love you
Don't want to
But I can't put nobody else above you
I hate you 
I love you
I hate that I want you
You want her, you need her
And I'll never be her

martes, 8 de diciembre de 2015

it feels like there's oceans between me and you once again.

El frío entraba por la ventana y las ideas huían. Las gotas de agua caían como agujas en la ducha, haciéndola sangrar, recordar, débil. A flor de piel. Salía desnuda de la ducha y paseaba para dios sabe quién aquel maravilloso cuerpo destrozado por los años y los sueños que nunca cumplió. Aquellas curvas habían desembocado en acantilados que hacían caer a todo aquel que las recorriera. Pero ella solía dejarlos abandonados a la primera de cambio. 
Hacía tiempo que había dejado de sonreír y eran pocos los afortunados que había visto un atisbo de felicidad en aquella comisura llena de heridas que te tentaba morder. El frío hacía de las suyas y ella no buscaba calor. La dulzura que una vez había asomado por ella se había transformado en pasión malgastada. En lujuria. En frustración. En amor a lo imposible.
Después de haberse paseado por cada rincón de aquella casa, se vestía, se sentaba en el sofá y veía pasar las horas muertas mientras el frío le calaba hasta las entrañas. Y es que ya la conocía mejor que ella misma y sabía que esperaba a alguien. Que sus ojos miraban a otro, que quería el calor de otro, que extrañaba los abrazos de otro. Que nunca sería suficiente.
Y es que ya no estaban los besos en la ducha, los abrazos mientras se secaba, las mirabas mientras paseaba, las ganas de poseer aquel cuerpo hasta que saliera el sol. Ya no estaba su silueta en el sofá, su cuerpo bajo la manta que compartía, el bulto al que se abrazaba al acostarse.
Solo estaba aquel frío, que trataba de reemplazarle.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Infinity decrepit.

El tiempo pasa y pesa. Y creo vivo con kilos de más. Dicen que vivo con un pie en el acelerador, y quizás sea cierto que lo único que quiero es que mi vida pase deprisa, con prisa y no sea más que una simple existencia.
Creo que no hay nada para mí ahí fuera de estas cuatro paredes que cada día se hacen más pequeñas. Insoportables. Asfixiantes. He entrado y salido de cada uno de mis armarios, rezando por dejar de ser lo que soy. Quizás por ni siquiera salir de ahí.
Cada día que abro los ojos, pienso en una razón por la que debería levantarme. Y nunca debería hacerlo. 
He pasado días sin dormir, pensando de más.
Días sin comer, respirando de más.
Días sin salir, deseando de más.
Mi record de felicidad son unos escasos 6 meses. Y tras eso, aquí estoy de nuevo, escupiendo mi vida por la boca.
Y sigo sentada en una cama en la que no quiero estar, borrando fotos que siguen en una copia de seguridad, mintiéndome a mi misma pensando escusas, maneras de verte.
He creído poder seguir adelante, he puesto sentimientos en mi boca que no sentía, palabras que no son verdad. Me cuesta mirar hacia delante. Y vivo mirando hacia atrás, y tratando de superar algo que me ha superado a mí. Debería aprender a mirar hacia abajo, y seguir pisando el acelerador, a ver si en un curva, el destino me hace un favor.

martes, 27 de enero de 2015

Somos volutas individuales de cigarrillos independientes.

Nos dijeron que no podíamos contar el tiempo y lo despedazamos en momentos. Nos dijeron que el mundo sería eterno y aquí nos tienes, desapareciendo, rompiéndonos en trocitos y volviendo atrás.


Nos dijeron que el mañana sería mejor, pero seguimos queriendo volver a lo que era. Nos dijeron que seríamos y nos quedamos en un prototipo, en un casi pero no fue.



Nos dijeron que el tiempo curaba las heridas, pero yo tenía heridas incontables, incurables. Nos dijeron que cuanto más superficiales fuéramos menos nos dolerían y aquí estamos, sin valorar lo poco que nos dejaron.



Nos dijeron que en algún momento podríamos sonreirle incluso a las adversidades, pero no pudimos dejar de llorar. Nos dijeron que éramos y dejamos de ser.



Nos dijeron que mirando atrás, haríamos frente a nuestros fantasmas, pero nos fue imposible verlos. Nos dijeron que podríamos huir, y aquí estamos, entre la espada y la pared.



Nos dijeron que tendríamos los pies en el suelo, y perdimos la cordura por el no poder. Nos dijeron que somos, pero solamente estábamos irremediablemente locos.



Nos dijeron que nos dirían tantas cosas que nos comerían la cabeza, como zombies hambrientos que vagan con ganas de destrozar a los demás, ahora somos solo uno más de ellos. 

sábado, 27 de diciembre de 2014

R u mine?


Hay muchas cosas que ni yo mismo sé explicar. Y me cuesta. Es como respirar bajo el agua con una bombona de oxígeno ajeno. ¿Sabes a lo que me refiero? Algo increíble. Así lo definiría yo. Así lo definí. Hay muchas cosas que nunca he llegado a creerme. Como que hay alguien esperando por ti en algún sitio y no lo sabe, y posiblemente lo encontrarás fumando un cigarrillo apoyado en sus sueños, mirando al cielo. Y vuestras miradas se cruzarán, y sabrá que eras lo que había estado esperando.

Yo nunca fui lo que nadie esperaba. Ni siquiera yo esperaba por mí mismo. Pero te encontré. Y no estabas fumando. Tampoco mirabas al cielo, sino no me habrías visto.

Ahora, vivo en un lío constante. No sé qué hacer cuando me dan ganas de gritar. O cuando te apareces en alguno de mis sueños. No sé qué hacer con mis ganas de verte, de tenerte entre mis brazos. ¿Y ahora qué? ¿Qué haré con las ganas que me faltan o con las que me sobran? Odio oír canciones que me recuerda a ti. Esos momentos que avivan mis ganas.

Hay muchas cosas que ni yo mismo sé explicar, y ahora tengo un te quiero atragantado, que no puedo decir. Y sigo sumando.

Día a día, siempre uno más.

"Sueño con ser libre, dar rienda suelta al tiempo
hoy sueño que te tengo, ya recupero el aliento."

lunes, 8 de diciembre de 2014

Días, tarde y noches de esquizofrenia aguda, a manos de la locura.


Encendió un cigarrillo a la mitad. El teléfono vibraba sin parar y una y otra vez aparecía un nombre que deseaba olvidar. Salió a la terraza en busca de alivio, de aire, de silencio. Quería que su mundo dejara atrás todo aquel terremoto que le había puesto patas arriba. Poner los pies en la tierra. Dejar atrás todo lo que lo destrozaba. Era un hombre en pedazos, tan pequeños, que eran imposible recuperarlo totalmente. Había ensuciado las sábanas de camas ajenas, había dejado su olor en la vida de muchas mujeres. Pero no había conseguido sacar de la suya, los malos momentos que aún le rodeaban. El teléfono parecía estar tranquilo ahora, Volvió dentro de casa. Intentó entrar en calor.  Intentó volver a lo que era. Pero ya no era lo mismo. Todo los días intentaba pegarse un trozo de nuevo, pero necesitaría una vida para reconstruirse solo, y no tenía el alma para pedir ayuda. Sus mecanismos de supervivencia seguían rotos. Y ya no tenía el bolsillo para almas caritativas. 
El teléfono empezó a vibrar. 
La historia volvía a repetirse.
La locura se apoderaba de él.
Solo deseaba dejar de seguir las olas que rompían en la playa a los pies de su apartamento y huir de los terremotos que las causaban.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Más ciegos que dos ciegos que no quieren verse.

Eran más de las 7 de la mañana cuando decidió darse por vencido. Él no estaba hecho para soñar. Ni siquiera podía decir que estuviera completamente hecho. Cansado de dar vueltas en la cama, encontrándose una pesadilla en cada esquina, echó a correr. A huir de todos y de todo. A llenar su cabeza de basura, para sentirse lleno y ahorrarse las heridas. Porque quién no sabía que era la última basura escondida en este país, y en este planeta, y en este mundo y en cualquier otro. Ya no quedaban sueños, ya no quedaba nada y eso era lo más triste. Pero había alguien que había visto, más allá de la capa de mugre creada por sus complejos, por su soledad. Y estaba ya tan ciego, que ni eso era capaz de ver. Y acabó perdiendo la oportunidad de ser feliz, por lamentarse de su infelicidad.

miércoles, 27 de agosto de 2014

A base de caer y levantarnos, podemos recordar los pasos que nos llevaron a perder el centro.


La lluvia podía oírle mientras caía. Fue un sonido sordo, estrepitante, vacío. Sus dos rodillas cayeron a la par en el mojado suelo de mármol, sobre el que había llorado el cielo. Apretó las manos. Sus lágrimas no caían, era demasiado fuerte para eso, pese a estar más roto por fuera, que por dentro. No dejaba de mirar el suelo, incapaz de levantar la cabeza, permaneció inmóvil. No podía mirar arriba, donde alguien se compadecía de él, por tener entre sus manos los pedazos de un corazón, al que le habían borrado el remite. 
Había aprendido una fórmula para evitar el dolor, pero esta vez, no había solución. Estaba perdido, y no se encontraba. Su cuerpo se había convertido en un laberinto sin sentido, sin salida, sin remedio. Las gotas seguían golpeándole la cabeza, dándole ánimos. 

Y al final la encontró. Y bajito, le dejó a cada pedazo de corazón un recado para dar:



"Por favor, dile al amor que me rindo."